Luego de un largo paseo por el forestal, hemos llegado a la misma banca de siempre y hemos de sentarnos ahí. Tomas mi mano con cautela y me miras con tus grandes y brillantes ojos, he de sentir no solo mariposas en mi vientre además un torbellino que me seduce y me vuelve loca cada vez que tú estas aquí. Has de besarme suave y tan profundo que he de sentir ese el sello plantado tal árbol nuevo en aquel parque frondoso, que cultiva nuestro amor.
Para Santiago en 100 palabras.
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