martes, septiembre 1

Ya no quiero. . .

Ya no quieren mis manos tocar y no poder tomar nada, tratando de identificar esa piel pero sin éxito en la moción, ya no quieren mis oídos oír mas palabras, ellos quieren envolverse en silencio pleno o solo escuchar vocablos dulces que esboce un ser suave desde el interior de su alma. Ya no quieren mis ojos ver más gente, los cierro para dormir veinte horas diarias y así sumergirme en un sueño largo, donde solo pasa lo que yo quiero que pase y donde mis ojos pueden brillar de verdad y no por esbozar lágrimas absurdas, de miedo o de dolor. Ya no quieren mis labios emitir palabras, pues con cada una de ellas he dañado a la gente que dije alguna vez amar, reflejando así en mi cuerpo todas esas yagas que lanzo como flechas al viento, flagelando mi piel, expulsando ese liquido rojo en veloces caudales que queman completamente mi cuerpo. Ya no quieren mis venas seguir transportando esa sangre espesa y sucia que me llena de esta vida sin sentido, con objetivos derrumbados, sin asomes de alegría, con destellos de infelicidad como motor principal. Ya no quiere mi alma seguir en este cuerpo.

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